viernes, 10 de abril de 2009

NADA PARA FESTEJAR EN ZIMBAWE





Un país se derrumba ante la muerte física y mental que producen las enfermedades, el hambre, la violencia y la falta de comunicación. Una nación históricamente asediada por el poder de unos pocos, que en un momento logró erigirse como independiente, hoy navega sin rumbo por una de las crisis más profundas de su historia. Mientras tanto, su clase política festeja con desmesura un nuevo cumpleaños del inepto presidente. Un festejo al que el pueblo no fue invitado.
En algún momento, hace 29 años, Robert Mugabe liberaba de su país a un yugo minoritario que dominaba la escena política y social desde el despotismo blanco con sus tretas económicas y anti educacionales.







El, Mugabe, se erigía como el hombre que le daba a su pueblo, a su propio pueblo de Zimbawe, la liberación intelectual y física del invasor logrando por intermedio de diversos tratados de paz que sus compatriotas negros accedieran al poder, algo que pocas veces había ocurrido en África.

Era un hombre más joven, seguramente con aspiraciones revolucionarias y ánimos de cambio. Pero, ¿adonde fue este hombre, que en algún rincón de su palacio olvidó su alma? Desde su aparición –aparentemente salvadora- los años para Zimbawe no fueron mejores que los del dominio antecesor.

En la actualidad, Zimbawe es un país que se pudre a pasos agigantados entre la violencia, la falta de educación y la pobreza. Noticias recientes han dado cuenta de que su propia banca nacional decidió revaluar el dólar zimbabwense una vez más eliminando 12 ceros de su moneda para intentar frenar la hiperinflación que asola al país.

Con más de 20.000 ciudadanos asesinados durante la masacre étnica y con un 94% de la población en huelga, el país surafricano lucha contra la inflación más alta del planeta, estimada oficialmente en un 231.000.000 por ciento, enfrentando una escasez severa de alimentos y divisas. Cómo si eso fuese poco, la población sufre el peor brote de cólera de su historia; Más de 3.000 personas han muerto por la epidemia y unas 60.000 han sido infectadas según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las autoridades médicas se ven superadas mientras la malaria y el sida siguen cobrándose vidas en el país, convirtiendo a Zimbawe en una de las diez crisis humanitarias más desatendidas del mundo según el último informe de Médicos Sin Fronteras (MSF).

Cualquiera podría decir en defensa del presidente, que Zimbawe no es un país fácil de administrar, que los antiguos dueños del gobierno han desbastado las arcas africanas y que la economía mundial suele tener como rehenes a las naciones más débiles; que carecen de estructura, organización, sistemas educativos, salud y comida; en definitiva, que son parte de un continente castigado a lo largo de toda la historia. Cualquiera podría escuchar estas razones para justificar la mala pasada que en éstos casi 30 años vienen sufriendo nuestros hermanos humanos de Zimbawe.

Lo que no se puede entender, bajo ninguna explicación razonable, es que Robert Mugabe decida festejar su cumpleaños 85 en la forma en que lo hizo, gastando 1 millón y medio de dólares entre tortas y cotillón. Dos mil botellas de champagne Moët & Chandon y Bollinger, 8.000 langostas, 100 kilos de gambas, 4.000 porciones de caviar, 3.000 patos, 8.000 cajas de bombones Ferrero Rocher, son sólo algunos de los productos de los que disfrutaron los invitados del cumpleañero, entre quienes estuvieron presentes empresarios y miembros del partido Unión Nacional Africana de Zimbabwe; incluso, muchos de ellos tuvieron la opción de ofrecerle como regalo un depósito en efectivo de entre 45.000 y 55.000 dólares en una cuenta especialmente abierta para la ocasión.

Lo más triste es que la población de zimbabwenses está acostumbrada a este tipo de escenas. En el anterior cumpleaños de Mugabe, la cuenta final ascendió a 1,2 millones de dólares y cuando cumplió 83 años, cerca de 20.000 invitados se dieron cita en el estadio de fútbol de la ciudad de Gweru para escuchar a su líder despotricar contra la homosexualidad; no contra la injusticia, ni el hambre, ni la violencia, sino contra la homosexualidad, contra uno de los pilares de la libertad de elección. Todo al revés Roberto.

Si el otro Roberto, el que escribió Every man gotta right to decide his own destiny, And in this judgement there is no partiality, viviera, no hay dudas de que se levantaría en voz de protesta por este tipo de actitudes que, en definitiva, no hacen más que ir en contra de lo que expone la letra de una de sus canciones más conocidas y que casualmente lleva el nombre del país en cuestión. Seguramente repetiría: No more internal power struggle;We come together to overcome the little trouble. Soon we'll find out who is the real revolutionary, 'Cause I don't want my people to be contrary.

Resalto y traduzco la línea que dice: Pronto averiguaremos quien es el verdadero revolucionario, y deseo para mis adentros y para el bien de los zimbawenses: Ojala no sea otro Mugabe.







Por In-Jah-Man




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2 comentarios:

  1. lamentablemente el poder es algo que enferma a muchos y los desvía totalmente de sus ideales.

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